En una aventura me metí con una mujer casada. El marido me amenazó de muerte, y tuve la seguridad que ese hombre me mataría si no dejaba esa relación. También conocí a una chica que era cristiana, alejada de la iglesia igual que yo. Comenzamos una relación que duró 4 años. Como mi pareja conocía de Dios a veces íbamos juntas a la iglesia. Ella me decía que debía perdonar a mi madre, porque a esa altura mi vida era un caos interno. Mi corazón se había vuelto de piedra, la gente me importaba un comino. Odiaba a todo el mundo, me rebelaba contra todo y hacía lo que se me daba la gana. Mi vida era ir a fiestas y beber alcohol hasta quedar inconsciente.
Por mi parte, ya no quería saber de iglesias ni nada parecido. Sentía odio por los pastores, para mí eran todos unos hipócritas, mentirosos que desde el púlpito predicaban de amor, pero cuando bajaban condenaban a sus ovejas. Mi pareja comenzó a hablarme de Dios y me leía la Biblia (qué increíbles formas tiene Dios para acercarnos a Él). Ella me contó de unos sueños con “mensajes para mí”. Al principio pensé que estaba loca, pero esos sueños comenzaron a tener sentido. Aunque ella no conocía mucho la Biblia sus sueños tenían significados espirituales, donde se entendía que Dios quería hablarme: Ella veía a un anciano, de barba y vestido de blanco, quien le decía que mi corazón estaba enfermo y frío, pero que Él me sanaría.
Es increíble lo que diré ahora, pero una noche a eso de las 3:00 AM me empezaron a llegar unos SMS al teléfono desde un número desconocido, que me hablaban del amor de Dios con pasajes de la Biblia, y donde parecía que Dios mismo me advertía de no seguir en mis pecados. Esos mensajes llegaron por varios meses, los tengo todos escritos, guardados en una cuaderno como testimonio de lo que Dios me decía por medio de su Palabra (a través de una amiga secreta que oraba por mí). Eso comenzó a derretir mi corazón, pero yo aun no estaba no con la más mínima intención de regresar a una iglesia.
Mi mamá comenzó a tener un acercamiento de amor y a orar por mi vida. Tuvo un cambio hacia mí, y le pedía a Dios que me cambiara (porque sufría mucho viendo cómo yo estaba). Un día ella recordó que años atrás una persona de la iglesia le dijo que debía orar mucho por uno de sus hijos, porque ese hijo viviría algo terrible. Sufriría mucho, pero al final Dios le daría la victoria y Dios se glorificaría. Ella entendió que ese hijo era yo, y no uno de mis hermanos. Eso le animó a orar con la promesa que Dios le había dado.
En eso yo termine con esa pareja cristiana descarriada, porque la había estado engañando con una amante durante una año, hasta que ella me descubrió y nos separamos. Yo seguí con mi vida loca, pero ya salía mucho menos, ya la Palabra de Dios estaba comenzado a afectarme. Mi corazón de a poco se estaba derritiendo, y comenzaba a sentir la necesidad de dejar el mundo gay del que estaba hastiada.
Estuve un buen tiempo sin pareja. Ya no quería estar en una relación, porque había sufrido mucho, llorado mucho, y porque en verdad un relación entre mujeres es tremendamente desgastante. Los celos y la dependencia emocional son terribles. La manipulación es algo latente en las relaciones lésbicas, y estaba cansada de todo eso. Pero igual me metía a los chat lésbicos y conocía más mujeres. Me escribía con ellas, a veces teníamos citas (sólo para conversar, porque ya no quería tener aventuras). Me fascinaba conocer mujeres como yo, saber sobre sus vidas y cómo habían llegado al lesbianismo, lo que pasaba con sus familias. En ese tiempo era lo que me divertía, ya estaba aburrida de tanta fiesta, porque sabía que era algo vacío y sin sentido, lo había probado demasiado. Pero conocer mujeres me encantaba, esa adrenalina era una adicción.
Puedes descargar el documento completo (para imprimir) aquí.
O leerla por partes:
- Introducción.
- La historia de mi rechazo.
- Emociones reprimidas al máximo.
- Un secreto sin resolver.
- El comienzo de una historia dolorosa.
- Estalló el escándalo.
- Viaje a las profundidades del mundo homosexual.
- La necesidad de dejar el mundo gay.
- Una luz de esperanza.
- Un proceso de renuncia muy duro.
- Estar pecando deliberadamente.
- Una oración de liberación.
- No volvería a elegir esa vida.
- Evidencia de una sanidad interior.
- Conclusión.