04) El comienzo de una historia dolorosa – Testimonio Martina, lesbiana liberada.

Llevaba casi una década sirviendo en la congregación (con fidelidad, con entrega, con ganas), pero con mi secreto guardado en un baúl con llave. Tuve la oportunidad de ir a unas conferencias en otra ciudad del país. Ahí conocí a una hermana de mi edad, la líder de jóvenes a nivel nacional (yo era líder en mi región). ¡Cuando nos conocimos fue una química fantástica! Hubo muchas cosas afines, conversamos mucho, compartimos lo más que pudimos. Despertó un cariño profundo entre ambas. Luego de una semana regresé a mi ciudad, prometiéndole a ella que trataría de volver, apenas pudiera, a visitarla en su casa.

Pasaron 2 años, en los cuales regularmente nos escribíamos. No había celular ni email en ese tiempo, era sólo correo. Hasta que pude viajar. Iba por una semana, y me quedé más de un mes. Ese fue el comienzo de una historia dolorosa, y mis inicios en el mundo lésbico.

Llevaba unos días en su casa y la afinidad se hizo más fuerte. Ella era una mujer muy tierna, abierta, sincera. Eso hizo que yo pudiera confiarle mi más profundo secreto. Le dije mi agonía, lo que me hacía sufrir. Sólo Dios sabe que jamás mi confesión tuvo una doble intención. Si algo que cuidaba en extremo a mis 26 años era en no sobrepasarme con nadie, cuidaba cada cosa que decía, porque tenía terror que alguien sospechara algo de mí. Era en extremo correcta con las mujeres. Jamás busqué alguna ocasión para tener algo con alguna hermana, y por eso estaba abriendo mi baúl y mostrando el secreto mejor guardado. Conversamos todo el día. Después de escucharme ella me dijo algo que me dejó pensando: que ella me entendía más de lo que yo imaginaba. Luego me habló de sus novios y del hombre que la había hecho sufrir, que ella lo amaba, pero no había esperanza que él se fijara en ella.

Nosotras dormíamos juntas, conversábamos hasta altas horas de la noche, y una noche ella me besó. Yo estaba aterrada, sin saber cómo reaccionar. No entendía lo que ella estaba haciendo. Supuestamente a ella le gustaban los hombres… ¿por qué me besaba apasionadamente? Mi única experiencia de acercamiento romántico habían sido los besos con esos 2 chicos que fueron mis novios, pero jamás había tenido sexo con nadie. Pero con ella acabé teniendo relaciones sexuales. Al otro día no entendía nada. Me había gustado, estaba fascinada con lo que viví esa noche, andaba en las nubes. Con los días eso comenzó a crecer. Y de pronto el tiempo se transformó en casi dos meses juntas. Yo me enamoré por primera vez, no quería despegarme de ella, no quería alejarme y volver a mi casa (que quedaba a varias horas en bus). Prometí volver y que haría lo posible por irme a vivir con ella.

Mi vida jamás volvió a ser igual. Pasaron los meses y nos escribíamos. A veces cuando podía la llamaba, y comencé a planear cómo regresar a su casa. Ya nada era igual sin ella. Yo sufría en silencio porque no podía contar a nadie lo que había pasado. Seguía trabajando en la iglesia pero ya nada era lo mismo: mi vida espiritual comenzó a menguar, estaba obsesionada con ella, sentía por primera vez algo tan fuerte que llenaba mi mente, mis emociones. Hasta que logré volver y me quedé a vivir con ella. Su madre era viuda y vivan las dos solas. A su mamá le encantó la idea que yo me fuera a quedar con ellas en su casa, sin sospechar lo que realmente pasaba. Por un tiempo nadie sospechó. Yo comencé a trabajar cerca, en un restaurante como cajera, y participé activamente en la iglesia donde ella se congregaba. Todos me recibieron muy bien, ya que me conocían desde tiempo atrás, cuando había venido a las conferencias de la iglesia.

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