[EDITORIAL] Mas líbranos del mal

El gobierno acaba de decretar la fase 4 de emergencia sanitaria por coronavirus. Eso significa que nos acercamos rápidamente a los 100 casos de pacientes contagiados en Chile, esto es: no se infectaron en otro país.

A partir del 27 de marzo, se proyecta que la curva de contagio crecerá vertiginosamente. En el mundo, van más de 6.500 personas muertas por las complicaciones respiratorias de la enfermedad lo que bordea una tasa de mortalidad del 3,8% global.

De acuerdo a las medidas adoptadas por el gobierno, el miércoles 18 de marzo recién se cerrarán las fronteras. Esto ocurre 1 semana después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara al Coronavirus 19 como pandemia mundial.

Ayer en muchos supermercados de Chile los productos de limpieza estaban agotados. Es cosa de tiempo para que los centros comerciales también cierren, y se imponga la cuarentena total: es decir, que nadie podrá salir a la calle o viajar entre ciudades del país, como ha ocurrido ya en otras partes del mundo. 

En este momento me asisten dos reflexiones. 

Primero: pienso en mi familia, mis suegros, mis padres, colegas y amigos adultos mayores, especialmente en nuestros pastores y obispos. Pienso que inevitablemente muchos de ellos serán contagiados, quizás nos tocará despedirlos a muchos de ellos. Despedirlos, más quizás no enterrarlos: en muchos países la epidemia impide la realización de funerales, y si eventualmente se realizan es sin la presencia de los deudos, para prevenir los contagios, y por la prohibición de la cuarentena. Pienso en que quizás yo mismo pueda resultar contagiado, y eventualmente quedar con secuelas respiratorias… me consuela pensar en lo que hemos podido hacer durante estos últimos 4 meses junto a gente muy valiosa, y que lo seguiría haciendo voluntariamente de no ser por esta epidemia.

Dios nos promete librarnos en la calamidad. Dice que en este mundo tendremos aflicción, pero podemos confiar que él ha vencido al Mundo. Podemos confiar en que él tiene cuidado de nosotros. Podemos confiar que él venció a la muerte, y porque él resucitó tenemos esperanza. Podemos confiar en que todas las cosas ayudan a bien para los que aman a Dios.

Probablemente el plebiscito constitucional se va a suspender. La cuarentena y las condiciones de salud de una gran parte de la población hacen inviables organizar un evento masivo como ese. Quizás solo se postergue unos meses. Quizás no se realice, al menos durante este año. 

Lo segundo, nunca olvidaremos la irresponsabilidad de la izquierda radical chilena. En el momento más delicado que enfrenta nuestro país, en la precaria condición que nos encontramos tras el estallido revolucionario de octubre, ni el Frente Amplio, ni el Partido Comunista, ni la Mesa de Unidad Social, ni sus líderes emblemáticos, han llamado a la cordura condenando con fuerza los llamados a seguir movilizados en las calles que han circulado este fin de semana (incluso deslizando la posibilidad de que estas medidas de salud pública fueran una estrategia del gobierno para desarticular el movimiento). 

Este era el momento de mostrar racionalidad y vocación realmente democrática, capacidad para conducir políticamente el movimiento social (que es la única posibilidad realmente sustentable en el tiempo), era el momento de mostrar grandeza, generosidad y nobleza, pero  no lo hicieron. 

Esperemos que la gente reaccione, y pese a la errática conducción de los liderazgos de izquierda radicales, impere la cordura en ese sector, por el bien de todos. 

Mi oración es para que en la hora de la prueba, Dios nos libre de todo mal (Lucas 11:2-4).