Walter Vega
Pastor presbiteriano
Iglesia Reformada en Providencia
Extraña circunstancia que la nación venezolana esté clamando por ayuda, auxilio, justicia, e incluso una intervención extranjera.
Es cierto, la Escritura nos llama a ser mansos, y nuestro Señor reprendió a Pedro por haber usado mal su espada: “Los que a hierro matan a hierro mueren”.
Nunca debemos empuñar la espada, salvo las excepciones que nos franquea la Biblia. Jamás debemos quitarle la vida a otro, a no ser un caso de justicia pública, de guerra lícita o de defensa propia (Catecismo Mayor de Westminster, pregunta 136).
El protestantismo no nació entre algodones. Fuimos perseguidos, torturados, y asesinados. Por ejemplo, la noche del 24 de agosto de 1572 mataron a más de 70.000 evangélicos hugonotes en Francia. Al final tuvimos que ir a la “Guerra de los 30 años” para defender nuestra fe y nuestras familias.
Bajo esas circunstancias de horror, los primeros protestantes se preguntaron ¿Podemos defendernos con la fuerza física de nuestros perseguidores? ¿Es correcto que un pueblo tome las armas para detener a un tirano?
Hablemos sin rodeos ¿Sería legítima una invasión o un pronunciamiento militar en Venezuela con el fin de parar el abuso al pueblo, la violencia y corrupción?
¿Hasta donde es ético y bíblico limitarse a usar solamente la diplomacia y el diálogo, que sólo alargan el sufrimiento y abuso del tirano? ¿Va contra la Biblia levantar la voz a través del megáfono de los cañones y el silbido de los misiles?
En principio, el evangelio se opone a todo tipo de violencia física. Somos pacíficos, pero no pacifistas. Nuestra lucha no es la paz persé, sino que buscamos la paz para que cada ser humano pueda alcanzar su mayor realización sobre la tierra, el bien común, su felicidad, y que la gloria de Dios llene la tierra. Y cuando la paz ya no puede establecerse por los medios ordinarios, entonces se hace necesario buscar la paz por medio de la rebelión. A esto los filósofos cristianos llamaron el “Derecho a Resistencia”.
¿Es legítimo que el pueblo haga uso de su derecho a resistencia, tal como lo enseñaron San Agustín, Santo Tomás, Teodoro Beza, y Juan Altusio? No deseo pasar a llevar tus neuronas, ni ofender su intelecto, pero creo que la respuesta es obvia. El Dios del Pacto desata su ira ante la injusticia y el abuso de los débiles (Pro. 6:12-19).
Maduro no sólo es un tirano, también es un anticristo. Por eso Venezuela tiene todo el derecho a defenderse, porque su gobernante está usurpando el lugar de Dios (Hch. 11:22).