Pastor Jorge Francia
Iglesia Follow Church, Guatemala
@JorgeFranciaGT
Un joven, que venía de un ambiente de maras (pandillas) en una actividad en el interior de Guatemala, reconoció a Jesús como su Señor y Salvador. En cuanto tomó la decisión, él tenía gran expectativa de que su vida iba a ser distinta. El predicador invitado terminó, y se fue de la actividad de regreso a la capital. Pasaron 3 años, y el joven le escribió al predicador descepcionado y confundido.
Le dijo: “Cuando tomé la decisión de ser parte de ustedes, pensé que iba a ser como en las maras: una familia, un pacto de vida o muerte, una decisión definitiva, pensé que alguien me tomaría y me instruiría día a día para poder ser cada día más como Jesús. Pero me di cuenta que no es 24/7, sino que la gente está acostumbrada a verse una vez a la semana o una vez al mes.
Me topé con multitudes que me pasaban al lado en la iglesia, más nunca se interesaron por mí. No les importaba mi estado ni mi progreso. No me parecía a ellos y me rechazaron. Me di cuenta que todos iban a ver como los dones del pastor y los líderes eran desarrollados, pero nadie tenía interés por desarrollar sus propios dones y caminar en un llamado. Me sentí como yendo al cine o a una obra de teatro cada semana. Por favor pastor, dígame que esto no es normal”.
El predicador de esa actividad era yo y aunque no pastoreo esa iglesia las palabras del joven rompieron mi corazón en pedazos. Aunque por la distancia no puedo apoyar personalmente a ese joven, lo haré en línea. Sin embargo, esto me puso a pensar en lo siguiente:
Cuando una mara ofrece un ambiente y una imagen de familia y desarrollo más que la iglesia de Jesucristo, la iglesia ha fallado en su totalidad.
Buscamos tanto las multitudes que nos olvidamos de los discípulos.
¡Como anhelo agradar a Dios, y ser la luz y la sal que necesita el mundo
¡Ayúdanos Señor! ¡Ayúdanos a ser verdaderas familias!