Daniel Díaz Romero*
Cada vez me queda más claro que ni en tiempos de crisis, la gente deja de llevar agua a su molino. Y con la presenta pandemia no es la excepción. China acusa a Estados Unidos. Estados Unidos le devuelve el golpe con lo del «virus chino». En Chile se culpa al gobierno (cuándo no), y los amantes del discurso de clases, cargan las culpas en los malvados «cuicos».
Ahora en Chile el relato se ha volcado sobre las comunidades evangélicas, a quienes la prensa (que es casi exclusivamente progresista) ha relacionado con la expansión del Coronavirus en cierta ciudad en el sur. Parece que los grupos evangélicos sirven como buen chivo expiatorio, especialmente ahora que se puede respaldar el relato en el caso coreano. Aunque claro, allá en Corea se utilizaron medidas preventivas, se hizo un seguimiento exhaustivo a los entornos de los primeros contagiados, y se gastó tremendas cantidades de dinero en testear a los potenciales nuevos contagiados, antes de señalar a ese grupo religioso puntual. En Chile en cambio, la odiosidad y el sesgo de la prensa son suficientes.
Vamos a casos puntales. En Chile se marchaba masivamente para el 8M, y quienes lo organizaban se enorgullecían de eso, tratando de dar el número más alto posible de asistentes. La presidente del Colegio Médico, Izkia Sichel, heroína de las últimas semanas, invitaba a marchar sin miedo, y muchos defensores del «estallido social» decían que todo esto del Coronavirus, era un tongo del Gobierno. Todo esto cuando los contagiados ya eran 11 personas. Por otro lado, al cura Mariano Puga se le hizo un funeral bastante asistido, los días 14 y 15 de Marzo, cuando los contagiados pasaban de 61 a 75, respectivamente. De los asistentes a dicho funeral, uno ya dio positivo, y se le ha ordenado al resto a guardar cuarentena. Sin embargo ¿qué caso ha metido más bulla en la prensa chilena? Una iglesia evangélica en el sur, que dicho sea de paso, afirman que dejaron de reunirse desde el 8 de Marzo, una semana antes que en Chile se pasara a la Fase 4.
El caso de España es aún más vergonzoso. Se le bajó el perfil a la incipiente pandemia, cuando el numero de contagios para el 8M iba en 674 (con ya 17 muertos), y en la vecina Italia para entonces los números iban en 7375 contagiados (con 366 muertes). Hay un montón de registros audiovisuales para respaldar tamaña irresponsabilidad. Ministros y personas relacionadas al gobierno español, que asistieron a esa marcha, y han dado positivo por coronavirus. Para qué hablar de lo irresponsables que fueron con el fútbol, donde el torneo local y la Champions League se siguieron jugando hasta el 8 y 11 de marzo, respectivamente. Algunos aficionados del Valencia y periodistas que cubrieron el encuentro de ida con el Atalanta (19 de febrero) volvieron a España y dieron positivo a los pocos días. Hoy están describiendo a ese partido en San Siro, como una «bomba biológica». Sin embargo, la preocupación a principios de Marzo, cuando el virus recién se esparcía por España, estaba, entre otros casos, sobre comunidades evangélicas en Torrejón de Ardoz, según lo expresaba el ministro de Salud de aquel país.
Así que nada, entre tanta odiosidad, oportunismo político, y las ganas de revancha que el progresismo le tiene al pueblo evangélico (en toda su inmensa diversidad), casos como estos no nos debieran extrañar. A nosotros, por otra parte, nos queda ser responsables, seguir ejemplos como el de Lutero durante la peste bubónica, que tan compartido fue en redes sociales la semana pasada, y procurar que cuando se hable «toda clase de males contra nosotros», sea en base a mentiras, porque sólo entonces, somos bienaventurados.
Daniel Díaz Romero es doctor en Química de la Universidad John Hopkins, y realiza un postdoctorado en la Universidad de York.