Por: Emmanuel Muñoz, psicólogo clínico, Director de ONG Imagen: Familia y Sexualidad.
La AMS (Atracción al Mismo Sexo) ha sido un tema de gran controversia este último tiempo al interior de las iglesias. Recibo preguntas de personas cristianas que en sus iglesias, escuelas, universidades o trabajos tienen compañeros con AMS y ellos no tienen como convencerlos de que eso es moralmente incorrecto, es decir: pecado.
Frente a ello, la gran mayoría apunta a la lógica y la razón en cuestión de identidad u orientación sexual. Si bien son evidencias, incluso respaldadas por distintas ciencias, no son suficientes para convencer al otro. Me refiero a ideas como: “Nadie nace homosexual (no hay evidencia científica de que la AMS sea de origen biológico), “El estilo de vida en personas homosexuales es perjudicial” (en comparación a las personas heterosexuales), “Muchas personas han dejado la homosexualidad (en Internet existe gran cantidad de material al respecto, hasta ex líderes del movimiento gay), y lo más importante: “Hay influencias psicosociales en el desarrollo de la Atracción al Mismo Sexo”, dado que los testimonios de personas gay evidencian ciertos patrones en común, determinantes significativos que influenciaron sus vidas desde la infancia.
En ese sentido, algunas de las influencias tempranas pudieran ser: Ausencia de un vínculo afectivo sólido con el progenitor del mismo sexo; Consumo de pornografía homosexual; El abuso sexual infantil, que implica la transgresión de los límites íntimos, mezclando el vínculo afectivo de amor y confianza con estrategias de amedrentamiento (situación que genera gran confusión y culpa en las víctimas); Burlas del grupo de pares, en donde, por ejemplo, el niño que tiene un temperamento más sensible o interés por lo artístico, que no juega fútbol y se interesa en el arte, es rechazado por medio de la burla, o la niña que gusta de un deporte competitivo es catalogada por sus compañeras como “poco femenina”, lo que se traduce en ambos casos en una exclusión, situación que les genera problemas de identificación con su grupo de pares del mismo sexo, y una autoimagen insuficiente para su propio sexo, o “Disconformidad de Género”. Esto produce la sensación de ser distinto al resto: “no soy lo suficientemente hombre” o “no soy lo suficientemente femenina” ¿Qué soy entonces?
Cada uno de estos elementos por sí solo no se constituyen como un determinante para el desarrollo de la AMS, pero si se dan en conjunto, aumentan la probabilidad de que ocurra una confusión en su Identidad u Orientación Sexual. Varias de estas descripciones están ampliamente descritas en la literatura y para ello recomiendo leer con detención al autor Joseph Nicolosi, quien presenta con detalle y elocuencia la influencia de cada uno de estos factores en el desarrollo de la AMS en hombres y mujeres.
Por supuesto, si nada de eso resulta, un cristiano echará mano a citas bíblicas: Primero aclaro que la Biblia no menciona absolutamente nada respecto a las personas homosexuales, sino más bien llama pecado a las prácticas o comportamientos homosexuales. Esta distinción es importante, ya que la idea de que existan “personas homosexuales» no es bíblica. La identidad sexual del ser humano según lo definen las Escrituras es por naturaleza, diseño, fisiología y anatomía: heterosexual. La Biblia es clara en la identidad del hombre y la mujer como un complemento espiritual y físico, cuya orientación se desarrolla y sintoniza para la Atracción al Sexo Opuesto (ASO). La evidencia muestra que las dificultades en el desarrollo de la identidad masculina o femenina, generan confusión en la persona y con ello el surgimiento de atracciones u orientaciones que van en contra del orden biológico del diseño de los cuerpos.
Habiendo hecho esa aclaración, conocidos son los pasajes de la Biblia que condenan las prácticas homosexuales: Génesis 19:1-11, Levítico 18:22, Levítico 20:13, Deuteronomio 23:17, Jueces 19:16-24, 1 Reyes 14:24, Romanos 1:26-27, 1 Timoteo 1:9-10, Judas 7 (por mencionar algunos). A estas alturas de la conversación, la reacción de la persona con la que estemos hablando dependerá si es Cristiana o no, si le interesa la religión o no. Y si quiere estudiar más al respecto, o pondrá una gran barrera entre ambos.
Luego del despliegue de todos estos argumentos, podemos notar en nuestro interlocutor que su punto de vista frente al tema probablemente será el mismo que tuvo al inicio de la conversación.
Como cristianos es importante tener presente que convencer a otros respecto al pecado es imposible. Es más, si sexualizamos nuestras motivaciones, buscando que las personas dejen la homosexualidad, caemos en un gran error. Hay cambios que sólo son externos, pero las motivaciones del corazón siguen igual, y además nuestra tarea principal es la predicación del Evangelio, el Discipulado y el Servicio. La vida eterna no se obtiene por llevar una vida heterosexual, sino por el regalo de la salvación otorgada por Jesucristo, como dice Pablo en Efesios 2:8-9 (RVR 1960) ”Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
Sumado a ello, olvidamos que es el Espíritu Santo quien da convicción de pecado. No son nuestros argumentos, ni estrategias comunicacionales o capacidad de oratoria. “Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador (Espíritu Santo) no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:7,8).
Por lo tanto, podemos desgastarnos intentando convencer a otros sobre la homosexualidad, perdiendo el foco de establecer relaciones que nos permitan enfocar en lo primero y más importante de nuestro privilegio de haber sido llamados por Dios: Predicar su Palabra.
¿Recuerdan una de las críticas que los fariseos hacían de Jesús?: “Y los fariseos y sus escribas se quejaban a los discípulos de Jesús, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los recaudadores de impuestos y con los pecadores?” (Lucas 5:30). Jesús pasaba tiempo y se sentaba en la mesa con los pecadores. ¿Tu habrías estado sentado a la mesa con Jesús?
Haber dejado de adorar al único Dios Verdadero es nuestro peor desorden. Reparar esto, y no nuestra sexualidad desordenada, es nuestro principal asunto en la vida. Hemos cambiado la adoración a la imagen de Dios por la adoración a la imagen del ser humano mismo. La cura del alma de la persona con AMS, como de cualquier otra alma, será el retorno de la gloria de Dios a su lugar correcto en nuestros corazones. Y eso solo lo puede hacer Dios. ¿Qué nos queda? Llevar una vida que glorifica a Dios, predicar su palabra y sentarnos en la mesa con pecadores, mesa de la cual también fuimos parte.
El autor escribe periódicamente en su blog: «Familia y Sexualidad«. También organiza este año por 3ra vez el curso: «Monitores Cristianos en Educación Sexual», enfocado en capacitar a las iglesias en esta área. El primer módulo comienza el 19 de marzo (descargar programa). Las inscripciones están abiertas. Más información: Facebook ONG Imagen, familia y sexualidad.
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