“La ruptura entre la fe y la cultura constituye el dogma de nuestra época. Algo similar sucedió el Siglo XIII, cuando fe y razón fueron puestos en bandos aparte. Durante siglos, decir cultura era sinónimo de iglesia. Sin embargo, nuestros tiempos se caracterizan por sentir como algo extraño y separado el mundo de la cultura y el de la iglesia. Como consecuencia, hay una crisis de valores, pues la ciencia y la cultura se han alejado de la búsqueda del bien común”.
No puedo estar más de acuerdo con estas precedentes líneas. Me las hizo llegar un amigo, al que cariñosamente le decimos Tío Rafa. Dan para un ensayo como el que hizo el pensador holandés, Hans Rookmaaker sobre el arte en los años 60, donde advertía que la crisis de las artes era reflejo de una todavía más severa crisis espiritual, inadvertida. El tiempo le dio la razón a Rookmaaker, y ahora vemos como el paganismo emergente se posesiona de todos los circuitos culturales, lo mismo que hiciera su movimiento antecesor, la modernidad, en los centros de saber.
Pero tengo la impresión de que el movimiento evangélico chileno ha resistido mejor esta embestida que la previa (aunque quizás sin tanta comprensión de los cambios involucrados). Las guitarras eléctricas y las mesas de sonido son ya algo común hasta en las congregaciones más chicas. Pero veamos: Algunas de los sitios web cristianos más visitados son para leer la Biblia en diferentes versiones. La mayoría de las iglesias procuran, antes que todo, tener un buen sitio web y una página de fans en Facebook. Campamentos de jóvenes se organizan mediante las “redes sociales” y algunos pastores incluso están manejando cuentas de Twitter.
Tiempo atrás alguien señaló que Steve Jobs “cambió para siempre la forma de leer la Biblia” cuando inventó su iPhone. Es cierto, lo hizo sin querer, y más encima no era creyente. Los que aprovecharon la herramienta si lo eran. Esto es señal de que cultura y fe no van por caminos diferentes. Y son cambios culturales a los que necesitamos prestar más atención. Recuerde lo que pasó con las ideas de Lutero gracias a la imprenta: el movimiento protestante impregnó toda Europa.
La mayoría de los líderes evangélicos tienen experiencia en ministerio pero les suena extraño y hasta les choca que los más jóvenes hablen de estas tecnologías como cosas necesarias para hacer un trabajo más efectivo. El aislamiento cultural es donde el movimiento secularizador quiere dejar a las iglesias. Y además no es cierto que estas herramientas sean muy costosas o complejas.
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