La eutanasia está permitida en algunos países de América, ya sea en su versión activa (suministrar una droga mortal) o pasiva (dejar de entregar un tratamiento), con el fin de terminar con la vida de un paciente, que los médicos han jurado proteger.
Desde hace un tiempo, por medio de varios reportajes de televisión, se comenzó a sensibilizar a la sociedad sobre casos extremos y graves de salud que demostrarían la necesidad de legislar sobre la eutanasia (del griego “buena muerte”). Al respecto, este año se presentaron 2 proyectos de Ley: uno de ellos apoyado por diputados oficialistas RN. Y la Comisión de Salud de la Cámara acordó legislar sobre el proyecto de Vlado Mirosevic (boletín 11577-11) donde se establece el derecho a la eutanasia cuando una la persona ha sido diagnosticada en estado de salud terminal o en estado de sufrimiento físico (o mental) constante e insoportable que no puede ser apaciguado por el actual estado de las ciencias médicas y que resulta de una lesión o condición patológica incurable.
Además a Asociación Médica Mundial fue tajante al señalar “su firme oposición contra los países que regulen el suicidio asistido” porque “representa una práctica de la medicina contraria a la ética”. Sin mencionar que Chile (país de la OCDE) en salud pública invierte apenas $650.000 por ciudadano al año, tres veces menos que el promedio de ese grupo, y 8 veces menos que EUA.
Y por sobre todo, la Biblia dice: “Ved ahora que yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay dios. Yo hago morir y hago vivir. Yo hiero y yo sano, y no hay quien pueda librar de mi mano”, Deuteronomio 32:39.
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