¿Sabía usted que sin pruebas estandarizadas de selección universitaria sería mucho más difícil, si no imposible, que estudiantes de sectores sociales más vulnerables ingresen a universidades top?
Esta semana debido al llamado a boicotear la Prueba de Selección Universitaria, la PSU, que realizó la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, ACES (entidad que forma parte de la Mesa de Unidad Social), se volvió a levantar la polémica sobre la necesidad de una prueba estandarizada de admisión para la educación superior, como es la PSU.
Por si recién viene llegando al planeta Tierra, un pequeño resumen del episodio: Víctor Chanfreu (de 18 años, vocero de la ACES y reconocido admirador del chavismo) amenazaba al DEMRE que si no suspendían la aplicación del test este año, los estudiantes secundarios se estaban organizando para boicotear la PSU de la misma manera que lo hicieron para “evadir y destruir el Metro”, por considerar que los estudiantes movilizados desde el 18 de octubre no se habían preparado lo suficiente y que esa prueba es el ícono de la educación de mercado, al excluir de la universidad a estudiantes menos favorecidos económicamente.
Tras las acciones de sabotaje en 67 locales de la PSU, Carabineros detuvo a 330 personas por incidentes, el Gobierno presentó 16 querellas contra 34 personas por delitos de Seguridad Interior del Estado, en particular contra Víctor Chanfreau, vocero de la ACES, por «incitar y promover» los desordenes que interrumpieron la realización normal de la Prueba de Selección Universitaria (PSU). La prueba específica de Historia se suspendió (debido a la filtración de sus contenidos) y los estudiantes que no pudieron rendir la PSU deberán hacerlo los días 27 y 28 de enero, en lugares más protegidos. “Seguiremos movilizados con o sin querella”, respondió Chanfreu.
En el intertanto, el director de la carrera de historia de la Universidad Austral de Chile, Róbinson Silva, ofreció un cupo por admisión especial (sin PSU) a Chanfreau, debido a que el dirigente estudiantil, obviamente, no había rendido la prueba. Esta opción finalmente fue rechazada por el propio vocero de la ACES, y además descartada por el rector de la Universidad Austral (UACH), Óscar Galindo.
Tras la advertencia de la Ministra de Educación, Marcela Cubillos, de que los estudiantes que participaron en el boicot a la PSU no podrán participar en el proceso de ingreso a las universidades en 2020, la Defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, ofreció asistencia jurídica para que se respete el derecho a la educación de esos jóvenes (los menores de 18 años, claro) para acceder a la universidad.
Piense en lo absurdo del ofrecimiento: la Defensoría de la Niñez ofrece asistencia jurírica para garantizar el derecho a la educación de jóvenes que NO dieron la PSU 2020, que llamaron a boicotear prueba para impedir que otros jóvenes la rindan e ingresen a la universidad… ¡Y resulta que es el DEMRE el que coarta el derecho a la educación!
Lo concreto es que en la página 15 del documento: «Normas y aspectos importantes del proceso de Admisión 2020«, detalla los requisitos de conducta que deben cumplir los postulantes, enfatizando, en la página 16, y que para las o los responsables de obstaculizar (de alguna manera) el normal desarrollo de la PSU «significará la exclusión inmediata del proceso de admisión».
Hagamos todos como que no escuchamos la pretensión ridícula que algunos estudiantes de la ACES expresaron: de ingresar a la universidad sin ningún proceso de selección, a la carrera que ellos simplemente elijan, porque eso es simplemente imposible y además injusto (en el sentido más puro y duro de la palabra).
Más allá de la desazón de padres y estudiantes que vieron frustradas sus posibilidades de rendir la PSU en esta ocasión nos tenemos que hacer la pregunta: ¿Es la PSU un método eficaz para la selección de los estudiantes que cuentan con las aptitudes académicas para ingresar a una licenciatura en la universidad? Si no lo es, y la PSU deja afuera a postulantes que sí tienen aptitudes académicas, que la prueba no es capaz de reflejar, y es un método de segregación social que perpetúa la desigualdad, cabe preguntarse: ¿Cuál es el mecanismo más adecuado, entonces, para seleccionar a los mejores talentos? ¿Cómo lo hacen en las universidades top del mundo?
Supongamos que hay dos pianistas de 18 años muy talentosos, aunque de ciudades distintas pero: han estudiado los mismos años, y ambos logran tocar cualquier pieza clásica con precisión. Deciden postularse al conservatorio de Londres. Y bueno, hay cientos de candidatos en el mundo muy talentosos que han estudiado los mismos años, y ambos logran tocar cualquier pieza clásica con precisión. Hay un solo cupo. Así que el comité decide usar sus calificaciones como una base mínima de selección, y les piden componer una melodía clásica en el plazo de 2 meses. ¿Cuál de ellos tiene más posibilidades de ser admitido tras rendir esa prueba especial?
Hay algo que usted no sabe, y es que uno de ellos vive con sus padres, tiene el piano en su casa, y cuenta con toda la solvencia económica para dedicarse en los siguientes 2 meses a componer la melodía. El otro en cambio, trabaja de día para pagar su departamento y gastos de vida, tiene que llegar a la iglesia del vecindario a cierta hora para tocar el piano, y además de componer la melodía debe reunir dinero para el viaje.
No es necesario ser estadístico para entender que el primero tiene muchas más probabilidades de ser admitido que el segundo, a menos que este último sea, en realidad, muchísimo más talentoso que el anterior, un superdotado.
¿Y que pasaría si, superadas todas estas complicaciones, el día de la prueba especial llega otro músico, igual de talentoso que los otros, con una composición decente, pero con una carta bajo la manga, que ninguno de los anteriores tiene: es famoso mundialmente? ¿Qué pensaría si le digo que el comité de selección, tomando en consideración esa trayectoria, decide darle el cupo disponible al músico famoso?
Bueno, esto es precisamente lo que sucede en universidades top del mundo en cualquiera de las carreras que ellas imparten.
Según el ranking Shanghái 2019 de educación superior, el top 10 de universidades en el mundo está conformado por las siguientes instituciones:
1 Harvard
2 Stanford
3 Cambridge
4 Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)
5 California, Berkeley
6 Princeton
7 Oxford
8 Columbia
9 Instituto de Tecnología de California
10 Chicago
Es decir: sólo 2 de las 10 universidades top del ranking están fuera de Estados Unidos (Cambridge, 5; Oxford, 7). Atención que la Universidad de Chile está en el puesto global 401. La Pontificia Universidad Católica de Chile no figura entre las 500 del listado ¿Cómo es, entonces, el proceso de selección en las universidades más importantes, las de Estados Unidos?
Las universidades top no reciben a estudiantes promedio, así de simple. En Estados Unidos por ejemplo todos los postulantes rinden pruebas estandarizadas (el SAT/ACT, equivalente a la PSU, y que se paga) y ese es un piso mínimo. Al nivel de postulantes de universidades top 10, todos son sobresalientes (ingresa menos del 10% de los postulantes).
Luego las universidades top aplican filtros especiales de admisión: entrevistas personales, antecedentes de voluntariado, revisan si hay publicaciones científicas de su autoría, inventos y patentes, empresas creadas con soluciones innovadoras, distinciones obtenidas, y redactar un ensayo… pero incluso ser un YouTuber famoso, o recibir buenas cartas de recomendación de Mark Zukerberg o Elon Musk puede inclinar la balanza favorablemente. Adivine quienes son los que, finalmente, ingresan a los pocos cupos disponibles: en su gran mayoría los hijos de la élite mundial, los que tienen las redes de contactos.
El hecho objetivo es que el alto desempeño académico se explica en buena medida por lo que en políticas públicas se denomina la cuna, siendo uno de los predictores de éxito académico e ingreso a la universidad el nivel académico de los padres, pero también los factores ambientales (como el ambiente social y cultural que ellos promueven), como señala este artículo de la PUC: “Procesos de Admisión a Instituciones de Educación Superior en el Mundo”.
«En general padres más educados y con niveles de ingresos más altos tienden a conocer mejor el sistema de admisión a instituciones de educación superior por lo que motivan a sus hijos a tomar las decisiones más favorables a temprana edad, financian medios de preparación tales como los ‘preparadores’ profesionales, obtienen educación remedial en la casa con el objetivo de mejorar el desempeño académico en los colegios y promueven actividades extracurriculares que ayuden a desarrollar talentos especiales. Así mismos, alumnos provenientes de un entorno acomodado tienden a visitar más instituciones al momento de postular a la educación superior. En suma, hay muchos que opinan que la consideración de criterios que en teoría debían ayudar a los más desaventajados de la sociedad termina premiando a aquellos más favorecidos (Owen & Doerr, 1999)».
Subtítulo: «Consecuencias No Deseadas de la Consideración de Indicadores No Académicos en los Procesos de Admisión a Instituciones de Educación Superior»
En resumen, para el nivel de Chile, sin pruebas estandarizadas de selección es muy poco probable que estudiantes de contextos sociales más precarios tengan alguna oportunidad de llegar a las mejores universidades del país, aplicando sistemas que valoren exclusivamente el mérito personal. Porque sin pruebas estandarizadas los hijos de la élite corren con ventaja.
Lamentablemente, esta frase es muy cierta: “La PSU es tan culpable de la segregación como el termómetro lo es de la fiebre».