La película biográfica de Freddie Mercury que se estrenó hace poco, en general recibió una muy mala crítica. Por supuesto, nadie está obligado a celebrar una mala película, pero ese no es el caso. Mientras los espectadores la recomiendan, sus amigos de Queen y los fans de la banda perdonan las simplificaciones narrativas de un director en 2 horas 15 minutos, la crítica especializada y la comunidad gay (que lo tiene a él como un ícono en la cultura pop) han sido implacables.
Que es superficial. Que la trama pasa (muy rápido, y sin entrar en detalles) por su homosexualidad. Que la película lo muestra primero como un hombre heterosexual, algo excéntrico, pero completamente enamorado de la que fue su esposa, Mary Austin, a quien dedicó una de las más grandes canciones de amor de la historia: “Love of my Life”. Incluso la amó platónicamente hasta el fin de sus días. Que se declara primero curioso, luego bisexual, y que fue el mánager de Queen el que lo sedujo al estilo de vida gay, además de quebrar la banda.
Contrario a la ideología predominante sobre el género y la sexualidad, quizás hay hombres y mujeres que llegan a ser gay, y se dejan llevar por un impulso sin saber hasta dónde los llevará, como le pasa a Mercury en Bohemian Rhapsody.
Es Paul Prenter, el mánager, el antagonista de la historia, pues no le importa destruir la vida del talentoso Mercury alejándolo de sus verdaderos amigos, alentando su desenfreno y dándole malos consejos. Es en esa vida de pródigo (en el más original sentido de la palabra) que Mercury contrae el SIDA. Ahí se da cuenta lo que ha perdido y vuelve a sus cabales, rompiendo con su pérfido amante, y volviendo a Queen. En eso conoce al amigo con quien terminaría su días, en una relación estable.
El mánager, en cambio, confirma su irrevocable maldad desclasificando detalles íntimos de la vida loca que él mismo indujo en el mítico vocalista de Queen.
Para el director, Mercury es ante todo un músico excepcional, virtuoso como ninguno. Lo muestra exigente con cada detalle de sus composiciones. Lo muestra más sencillo de lo que parecía arriba del escenario. Hace reír, porque confirma que hay personas incapaces de reconocer a un genio cuando sucede la oportunidad. Muestra además que una familia tradicional, profundamente religiosa, que enseña los valores del zoroastrismo a Freddie Mercury, pudo ser punto de referencia en los momentos más oscuros del rockero.
Si usted quiere ver una película que explora la caja negra de la genialidad de un músico virtuoso y su banda, Bohemian Rhapsody es muy recomendable. Casi parece un musical, y tiene grandes actuaciones. Si quiere explorar detalles sórdidos de la sexualidad de una persona más famosa y pudiente que el promedio, cree que el cine es pecado, o no le gustan los rockeros chascones, no pierda su tiempo.