El ex-locutor de TVN no sólo sufrió hostilidad en las redes sociales por la convocatoria al evento “Marcha por tus valores” de Transforma Chile. La agresión tomó otro tenor luego un grupo de intolerantes, amparados en la oscuridad de la tarde, atacara con piedras su local de predicación, sólo por atreverse a afirmar que es partidario del matrimonio “entre un hombre y una mujer”.
“Esta la guardamos de recuerdo”, dice Pato Frez. Detrás de un sillón de su oficina pastoral saca un bolón de piedra enorme, macabro testimonio del ataque que sufrió el local de predicación de la “Iglesia Cristiana Renuevo Chile”, donde es pastor junto a su esposa.
Frez cuenta que tras ser publicado el video donde invitaba a marchar el día 20 de julio a favor de los valores familiares y el matrimonio heterosexual, recibió todo tipo de insultos por las redes sociales. Nunca imaginó que el fanatismo y agresividad llegaría al punto que ciertos intolerantes arremetieran a pedradas contra su templo, ubicado en las inmediaciones de Plaza Egaña.
Cuenta que al día siguiente tuvo que blindar las ventanas del local con rejas, como en la antigua iglesia evangélica donde creció, siendo su padre pastor y evangelista. “Hablando de tolerancia, uno se pregunta ¿cómo alguien puede llegar a ser tan odiado?”, cuestiona Frez. Dice comprender que estas reacciones vengan de quienes no conocen el evangelio, pero que se sintió dolido por la incomprensión de algunos “hermanos”.
“Uno comprende que Ítalo Passalaqua reaccione indignado, porque no conoce la Palabra, nunca le han enseñado. Que los homosexuales y los grupos gay me hayan ofendido, me hayan sacado la madre y blasfemado, me da lo mismo, porque ellos no saben. Pero no puedo entender cómo, con tanta facilidad, algunos cristianos apoyan esas teologías humanistas, tan liberales. Eso a mi me provocó un combo en la cara: que supuestamente evangélicos tengan un cristianismo tan fuera de la Palabra del Señor. Me sorprendió tremendamente”.
– En tu trabajo, ¿qué te dijeron?
“Me apoyaron totalmente. Camiroaga, a pesar de no estar de acuerdo conmigo, me abrazó. El productor, Mauricio Correa, y el director, Gustavo Careaga, se han portado muy bien conmigo. De hecho yo pedí dos semanas de vacaciones porque quería descansar”.
De oveja descarriada a pastor evangélico
Todos los días en la tarde, después de cerrar temas pendientes con el matinal de TVN, Pato Frez se dirige al templo que dirige. Un lugar sencillo que siente como su lugar de refugio. Ahí se encierra en la oficina pastoral a orar y leer la Palabra, preparar el sermón del domingo, mientras recibe personas por consejería. Una rutina que lleva entusiasta desde el año pasado, cuando decidió seguir el llamado de Cristo al ministerio de la predicación.
“Esto no parece tan bonito, no se compara con un canal de televisión y con las cosas que uno está acostumbrado a ver, pero aquí disfruto del Señor. Es uno de los espacios que más quiero. Estar en el ministerio era mi vocación”, enfatiza. Mientras muchos cristianos ambicionan tener éxitos materiales y alucinan con una carrera destacada, Patricio viene de regreso y quiere retirarse. “Se que soy un comunicador innato, llevo 40 años de mi vida comunicando, pero en lo que estoy ahora, me fascina, me apasiona”, reconoce.
A pesar de que actividad pastoral está desacreditada, por el mal ejemplo de algunos, recuerda a su padre, el pastor Raúl Frez de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Quilpué. Había sido estudiante del Seminario Pontificio Mayor, pero se enamoró de una canuta, Norfa Cárdenas. Así que dejó los hábitos y, como era de esperar, recibió el repudio de su familia, conservadora y emparentada con los Edwards de Valparaíso. Por años rechazó tajantemente la posibilidad de siquiera pisar una iglesia evangélica, y no fue hasta cuando llegó su hijo Patricio, nacido con una malformación estomacal irremediable, que accedió a la oración de los hermanos para recibir sanidad.
Por este milagro, el padre de Pato Frez dedicó toda su vida a extender el mensaje como evangelista y misionero. Pero su hijo no conoció a Cristo sino muchos años después, en la cúspide de su carrera profesional. A los 15 años el fascinante mundo de la radio tiró más fuerte que la vida cristiana familiar, y se alejó como un hijo pródigo. Por muchos años no se sentía digno de regresar a la iglesia. “No sabía lo que era la gracia. Había intentado volver pero el mundo me atrapaba, sentía que no había oportunidad para mí que ya estaba perdido, reprobado por Dios”.
El año 2001 se sentía vacío, a pesar de su popularidad como personaje en la TV. Un día se acercó a la iglesia La Viña de Las Condes buscando a Dios. Un joven que estaba al lado suyo se presentó y dijo que había tenido un sueño con él, donde alguien le mostraba la foto de un perfecto desconocido. “Mira, te vas a encontrar con esta persona, se llama Patricio Frez. Entonces dile que Yo no lo he desechado”, recuerda emocionado el locutor. “Fue lo más maravilloso que me ha pasado en la vida. No se si efectivamente era un dentista anglicano de La Serena, o me lo imaginé porque nunca más lo volví a ver. Lo único que sé es que eso cambió mi vida”.
Desde entonces ha servido junto a su esposa Kattia Sepúlveda, llenos de lo que él mismo llama “un fanatismo y enamoramiento de Dios tremendo”. Por lo mismo, y buscando la dirección de amigos pastores, el 2010 decidió iniciar un ministerio de comunicaciones con las posibilidades a su alcance.
Fue así que en noviembre de ese año recibió la ordenación en una emotiva ceremonia encabezada por los pastores Alfred Cooper, Freddy Muñoz, Claudio Caro, Guillermo Moya, Carlos Orellana, Adrián Zúñiga, y nada menos que el Dr. Jorge Cárdenas Brito, Capellán Nacional del Ejercito de Chile, entre otras cosas hermano menor de su mamá, su tío.
Apasionado por la Palabra de Dios, le cuesta entender cómo algunas iglesias han reemplazado su estudio y predicación por actividades sociales que buscan atraer con una teología contemporánea, permisiva y liviana. “Nuestra iglesia está comprometida con el Evangelio de la Cruz, que cada día el Pato Frez muere y cada día Cristo vive en mi. Consiste en que volver a la senda antigua, a la sana doctrina, no al tradicionalismo ni al legalismo, sino a la iglesia viva. Eso es lo que el Señor ha puesto en mi corazón”, concluye.
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