NOTA: Este texto fue publicado íntegro en el Facebook de Cosmovisión.
Quisiera usar este espacio para referirme brevemente al revuelo causado por la columna que publicamos ayer, titulada: «[OPINIÓN] El jardín de la impudicia», firmada por el licenciado en letras, Luis Aranguiz.
Primero que todo pedir disculpas a cualquiera que haya sentido que nuestra intención, al dar tribuna a esa opinión ayer, fuera atacar o denostar a Carolina Gárate, u ofender las convicciones de quienes respaldan su cruzada contra el polémico libro «Detectives en el Museo». Definitivamente esta no fue nuestra motivación, sino aprovechar esta coyuntura de actualidad, que ha provocado interés de todos los medios de comunicación, para generar una discusión conceptual más amplia sobre el tema al interior del mundo evangélico chileno.
Segundo, llama profundamente la atención el tono beligerante y amenazante que hemos recibido en algunos de los comentarios, tanto en interno como en privado, sobre todo tratándose de gente que se identifica como cristiana. Algunos sugiriendo que somos «infiltrados, comunistas», con descalificaciones cuestionando nuestra calidad de «cristianos», o acusándonos derechamente de ser tibios, o » lobos rapaces que buscan causar daño a la iglesia evangélica», osando alguien incluso advertir que «nos tienen identificados», como si existiera una especie de policía secreta del terror haciendo una lista negra de gente que «no aporta» a determinada causa…
Tercero, aclarar que Cosmovisión es un medio de comunicación independiente. Tanto es así, y tiene tanta libertad, que puede atreverse publicar una columna de opinión sin pedirle permiso a nadie, ni rendirle cuentas a nadie, salvo a sus lectores. Eso no quiere decir que seamos infalibles, agradecemos todo tipo de críticas y comentarios, pues el escrutinio crítico de la opinión pública es la misma regla que queremos aplicar hacia afuera, a un pastor famoso que sea abusador, a un obispo que pueda ser investigado por delitos tributarios, a un diputado evangélico que se vea envuelto en casos de corrupción, a una ONG cristiana que engañe a la gente, etcétera. No estamos en el bolsillo de ningún político, no le debemos favores a ningún candidato, ni le debemos explicaciones a ninguna clase de activistas.
Dicho lo anterior, reiterar que sabemos perfectamente cual es nuestra vereda, pero hacemos periodismo cristiano. No somos una agencia de relaciones publicas, no somos una página donde demos tribuna a teorías conspiranoicas, o donde llamemos a hacer funas a otras páginas o representantes de otras visiones de mundo. En periodismo debemos aprender a sopesar las noticias, contrastar fuentes, diferenciar opiniones de hechos objetivos, entre otras cosas. Todo esto lo hacemos, hasta el día de hoy, de manera voluntaria, sin remuneración, rogamos su paciencia. Las opiniones vertidas en Cosmovisión no necesariamente representan el pensamiento del medio, salvo que sea un [EDITORIAL], que está debidamente identificado y firmado.
A las personas que persiguen una causa y abrazan una bandera de lucha a veces se les olvida que los periodistas tenemos también nuestra opinión, pero debemos tomar distancia: ser críticos tanto en los medios como en los énfasis que esas personas (nuestras fuentes, o los protagonistas de una noticia) emplean. Esa distancia es necesaria para que la gente que ejerce un legítimo activismo no confunda un medio de comunicación con un pasquín de propaganda afín a sus convicciones, ni a un periodista con un operador útil a determinadas causas o banderas que suponen deberíamos apoyar «porque somos todos cristianos evangélicos». También es necesaria esa distancia para prevenirnos de equivocarnos «colando el mosquito pero tragarnos el camello».
En el plano de la cultura, las batallas se ganan con ideas, exponiéndolas con la razonable expectativa que habrán otros que nos pueden contradecir, que quizás estemos equivocados (incluyéndonos). Nadie puede pretender estar afuera de ese criterio. En Cosmovisión creemos firmemente en la libertad de expresión, el pensamiento crítico, la búsqueda del bien común y la democracia, banderas y causas tradicionales de nosotros, los evangélicos. Le hace bien a nuestras comunidades esforzarnos en ese ejercicio. Ese era el objetivo, y en algún sentido parece que se logró, por lo cual nos damos por satisfechos.
Finalmente, sepan los hermanos y pastores que seguirán contando con Cosmovisión y conmigo siempre mientras tengamos fuerzas. Agradezco en particular las críticas de pastores que, además de seguirnos aquí son auspiciadores o suscriptores del periódico, demuestran que tenemos un horizonte de colaboración en el largo plazo, y donde todos estamos aprendiendo. Aunque no les garantizo que esa lealtad siempre será incondicional, sin que tengamos diferencias, porque eso le resta credibilidad a este proyecto.
Por lo mismo, y para que no quepa ninguna duda, decidí salir hoy mismo de algunos grupos donde he participado, afines a mis ideas personales, para no dar a nadie pretexto de pensar que por estar en ellos nuestro trabajo periodístico está supeditado al criterio editorial de grupos de interés determinados.
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