¿Alguna vez te has sentido nadando en contra de la corriente? Yo más de alguna vez. Pero creo que nunca antes los padres cristianos hemos debido enfrentar corrientes tan adversas. Los atentados contra la familia, la pérdida del valor de la vida y la procreación, la descalificación a la voz lícita y válida de los padres, la cultura ideológica en contra de la evidente creación de Dios, la actual cultura consumista – proadictiva – instantánea – hedonista y la tecnología que irrumpe tan acelerada que no la alcanzamos asimilar para usarla a nuestro favor.
Nunca se vivió un periodo más difícil para criar hijos en la Fe. Es necesario en este tiempo sacar más que el mejor bote y el mejor remo, porque casi nada nos está ayudando. Corrientes tan fuertes destruyen a los botes sin ancla. Se necesitan muelles bien asentados en el Padre. Estamos llamados a enfrentar este desafío con obediencia. Jesús nos enseñó que somos la sal del mundo (Mateo 5:13). Podríamos aplicar estas enseñanzas a la parentalidad en estos tiempos como si nos dijera: “ustedes padres son el modelo, son la sal del mundo; no se vuelvan insípidos, por el contrario, sirvan para algo salando la vida de sus hijos”.
La vida de nuestros hijos se salva de la corriente enseñándoles a reconocer su Identidad de Hijos del Padre y a descubrir su Propósito. Esta generación necesita padres y madres fuertes, valientes, capaces de levantar su voz y de vivir una vida justa; padres y madres capaces de relacionarse con sus hijos al modo que Dios se relaciona con ellos. Se necesita un cambio radical, desde la cuna y a través de toda la crianza, para levantar hijos que no lleven heridas que les impidan conocer al Dios verdadero y acceder a su amor. En este tiempo, necesitamos ser muelles y no botes para no naufragar en nuestra misión de padres.
Carla Vivanco Moreno
Psicóloga Clínica
@padrescreciendo
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