Se discute bajo el Proyecto de Garantías de la Niñez la posibilidad de que un funcionario del servicio de menores determine (a discreción) que los hijos de una familia sean separados de forma temporal o provisoria, mientras se define judicialmente si corresponde la separación definitiva de sus padres, cuando sus derechos están siendo vulnerados. Esta situación plantea la pregunta: ¿Hasta qué punto el Estado debe intervenir en la estructura familiar, y cómo debería hacerlo, sobre todo atendiendo a razones ideológicas? A continuación un caso real.
En noviembre de 2015, el Sistema de Protección Infantil de Noruega (el Bernevernet) decidió intervenir en la familia Bodnariu. Los padres (evangélicos) fueron denunciados por el director del colegio donde asistían sus hijos por ser «demasiado cristianos». El maestro aseguró además que la creencia en Dios “creaba una discapacidad en los niños”.
Esta historia por absurda que parezca ocurrió en un país desarrollado, y significó que incluso el más pequeño de la familia (un bebé de sólo 3 meses de edad) fuera privado del contacto con su madre hasta el año siguiente.
Créalo: Un día cualquiera, agentes del Bernevernet llegaron a buscar a los 4 niños mayores, destinados a 2 casas de acogida diferentes. Al día siguiente volvieron por el más pequeño, Ezekiel. Después de haber intentado resolver la situación en la estación de la policía local, los padres Marius y Ruth se vieron obligados a desistir.
Debieron resignarse hasta abril del año 2016 para que las autoridades noruegas accedieran a devolverle a su hijo más pequeño, y 2 meses después a los mayores. Todo debido a una acusación de abuso sin fundamento y basado en un prejuicio religioso. Después de un examen físico a los niños, no se descubrió ningún tipo de abuso. Sin embargo, los servicios de protección afirmaron que el padre era violento, mientras que ellos negaban dichas afirmaciones.
«Al parecer, los niños recibían una formación rígida, aprendiendo sobre el pecado y el castigo divino. Es posible que esto llegara al conocimiento de la escuela donde estudiaron los niños mayores», comentó el pastor de su iglesia, una congregación pentecostal. En su defensa, Marius y Ruth afirmaron al tribunal que sus hijos tienen un buen rendimiento académico, y que ellos les enseñan valores.
Esto abrió un debate internacional, pues son más de 40 las familias que han sufrido situaciones similares en Noruega. Denuncian que en algunos casos se han visto forzados a darlos en adopción.
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