[EDITORIAL] No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído

¿Por qué a los evangélicos les gusta tanto meterse en la sexualidad de otras personas, en especial de los homosexuales? ¿Es que acaso no tienen nada más relevante que hacer? ¿Por qué no dejan a las minorías sexuales tranquilas? ¿Acaso 2 personas del mismo sexo no se pueden amar? ¿Por qué dicen que la homosexualidad es pecado?

Estas son preguntas con las que uno se encuentra frecuentemente. Pareciera que ambos grupos (y sus simpatizantes) son enemigos acérrimos, que cuando discuten no logran sacar nada en limpio. No hay diálogo, no hay acercamiento, porque pasa el tiempo y ninguna de sus opiniones previas cambia (al contrario, se refuerzan), y cualquier esfuerzo para lograr una conversación más fructífera es inútil.

Y son preguntas que a muchos evangélicos también les hacen pensar. Da la impresión que la doctrina evangélica se ha sexualizado, como si la Biblia o el cristianismo se trataran de lo que hacen o no hacen las personas en la cama.

No. El cristianismo no se trata de ser buenas personas, de ser heterosexuales, o dejar el alcohol (otra de las luchas con las que se nos asoció en el pasado). Por supuesto que para el cristianismo las cuestiones de moral sexual no son nuevas, y que podríamos estar largamente exponiendo por qué sostenemos ciertas verdades en éste ámbito. Pero es un error asumir que nuestra misión se agota en luchar contra los así llamados “pecados sexuales”. Tampoco es efectivo que la mayoría de los evangélicos tenga una actitud agresiva hacia personas gay (al contrario, son más los testimonios de acogida).

Como petición para los que están en el otro bando: Convengamos en que detrás de la opinión políticamente correcta de algunas personas que dicen apoyar la causa homosexual hay también bastante hipocresía. Esa tolerancia a veces esconde la intención que de vuelta el otro no opine sobre la inmoralidad que alguien practica en ámbitos privados como la familia o el trabajo, a cambio de aparentar estar de acuerdo.

Es bastante legítima la preocupación de los evangélicos, al observar que en el caso de la homosexualidad (práctica acotada por mucho tiempo al ámbito estrictamente privado), mediante la propaganda de una minoría se ha instalado la necesidad no sólo de tolerarla, sino además celebrarla. Véase por ejemplo: Teoría Queer, y la subversión del orden social mediante el estallido de TODAS las sexualidades.

Se entenderá también que, si esa es la verdadera agenda de la ideología de género, jamás el movimiento homosexual contará con apoyo mayoritario del mundo evangélico. Y hagámonos cargo también de que nuestra autoridad en este ámbito se ha debilitado, porque la inmoralidad sexual se instaló en nuestras iglesias hace mucho tiempo, sin que hayamos hecho lo suficiente para lavar esos trapos sucios en casa. ¿Debo mencionar aquí vergonzosos ejemplos?

Aun así personas dicen haber dejado atrás la homosexualidad. En las congregaciones evangélicas son cientos los casos de personas que experimentaron tal transformación. ¿Será posible? ¿Es para cualquiera? ¿Debería ser prohibido hablar de esto en público?

Es por eso que en este primer número de Cosmovisión.cl hicimos un especial sobre la homosexualidad en las iglesias evangélicas: ¿Se puede dejar de ser gay?

Entrevistamos a Alexander Núñez (ex – Arenito de Yingo), conocido rostro de TV quien declaró haber dejado la homosexualidad luego de convertirse a Cristo.

Recibimos la opinión del psicólogo clínico Emmanuel Muñoz, quien trabaja ayudando con terapia a personas que luchan con Atracción al Mismo Sexo (AMS).

También la experiencia del pastor anglicano Sam Allberry, quién declaró en el último Sínodo General Anglicano de UK haber sentido discriminación en la iglesia por su orientación sexual y ahora por defender la enseñanza cristiana del matrimonio entre «varón y mujer, para toda la vida».

Dimos cobertura a la película «I’m Michael», que trata de un ex-activista gay que se convierte en pastor evangélico, y que recién después de 2 años se podrá ver (aunque no en cines).

Finalmente, recibimos el impactante testimonio de una mujer, Martina, que declara haber sido liberada del lesbianismo que practicó por más de 15 años (incluso siendo evangélica). Su relato vivencial merece ser analizado con calma.

Más contenido exclusivo: la próxima semana, junto con la primer publicación impresa de nuestro periódico.

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